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lunes, 15 de junio de 2015

Las sombrillas

En la entrevista publicada en el número 6 de El Péndulo (segunda época, 1982), señaló Levrero que para que un texto pueda ser considerado como "ciencia ficción" debe 1) haber sido concebido con esa intención genérica y comercial y 2) incluir una explicación científica de los hechos. Veamos sus palabras exactas; la pregunta es de Elvio E. Gandolfo:
-¿Teniendo en cuenta las distintas especulaciones de los personajes de El lugar acerca del origen de ese mundo extraño, ¿podría incluírselo dentro de la ciencia ficción?
-No, no creo que pertenece al subgénero de la ciencia ficción, aunque como todo texto que no trata de lo cotidiano puede ser reclamado por ese casillero. A mi juicio, para que un texto pueda ser clasificado dentro de un subgénero, debe cumplir un par de requisitos mínimos; el primero, la intención comercial (dirigirse concretamente a determinado público). En el caso de la ciencia ficción el otro requisito sería la inclusión de una explicación más o menos científica de los hechos extraños que ocurren" (p.16)
No se tratá acá de discutir si Levrero tiene razón o si su criba es útil (respuestas: no y no), pero sí de leer un poco en detenimiento lo que dice (para otra manera de encarar esta cuestión ver, por ejemplo, la entrada de este blog sobre el cuento "Aguas Salobres"). Como punto de partida: cuando habla de "intención comercial", está claro que no podemos atar la atribución genérica a la "intención" del autor, cosa que sería como mínimo, problemática (el "autor" no es un sujeto sin fisuras y continuo en el tiempo) pero sí podríamos vincularla a la "intención editorial", es decir lo relativo a cómo, dónde y por quién fue publicado. Si un texto aparece en una revista de ciencia ficción (es cierto que hay revistas como El Péndulo que jugaron, con astucia, a no declararse abiertamente como "de género" o "de un género" o "de estos géneros"), podemos pensar que opera en su publicación una "intención comercial" como la señalada por Levrero.
 
También dice Levrero que "todo texto que no trata de lo cotidiano puede ser reclamado" por la ciencia ficción. Claro que esto no es lo que se desprende de lo que él llama después su "juicio", y quizá se trata de una manera de señalar que la cosa se pude ver de varias formas, por lo que no vamos a indagar más por ahí.
Está después el "otro requisito", y una vez más repito (aunque no sé si estoy cumpliendo mi promesa) que no voy a discutirlo, que pasa por la explicación científica, y, por último, está Levero aquí y allá diciendo que su obra no pertenece a la CF o a género alguno sino a algo pensado por fuera de todo género y acaso lo "literario" por excelencia, el "realismo". Por ejemplo:
...yo insisto mucho con el tema de que es realismo. Hay grandes discusiones a veces con amigos críticos, porque la gente se sitúa en un lado de la realidad y me ponen a mí en el otro, como si lo que yo escribo no fuera real... (de Un tercer estado, entrevista por Juan Antonio Bruno, Alberto Galione y Jorge Bonino, en Café a la turca nº3, Montevideo, 1997)
...ahora esa misma novela inicial, La Ciudad, fue publicada en España (...), en una colección de ciencia-ficción, de modo que para los españoles seré un autor de ciencia-ficción. Es una pesadilla recurrente. (de Espacios libres, entrevista por Saurio, en La idea fija nº2, septiembre de 2000)
...Yo digo realismo. Lo digo porque corresponde. Yo nunca he escrito nada que no haya vivido. A ese vivido si querés ponele comillas. Las cosas que escribo las vivo interiormente. Más bien una literatura simbólica... (de Yo nunca he escrito nada que no haya vivido, entrevista por Luis Pereira, en La Hora Cultural, Montevideo, 1988)
Claro que si Levrero creía firmemente en esto, bien por él. No añade gran cosa a la lectura de su obra (ficcional o crítica, que también la tuvo, especialmente a través de entrevistas) convencer a nadie que tal texto "es" CF y tal otro no. Es, en cierto sentido, una discusión ociosa, tanto si nos amparamos en lo dicho por Levrero (como si no fuera, en última instancia, una lectura más entre tantas posibles) como si barajamos argumentos que presuponen que ciencia ficción es tal y cual cosa y que por lo tanto este texto sí lo es y aquel no.
 
A la vez, es posible que en la línea de lo que se viene diciendo acá sí pueda haber algo que aporte a la lectura de Levrero, o al menos que lo intente. Puede interesar, entonces, articular varias maneras de leer los textos de Levrero y ver cómo dialogan entre sí y qué nos dicen de quienes así lo leen, los lugares desde los que esas lecturas son propulsadas y etcétera. Por eso, a la hora de comentar "Las sombrillas", me pareció interesante no buscarle argumentos extraños para calificarlo "realismo" o calificarlo "ciencia ficción" sino usar la criba levreriana y ver qué podemos hacer con ella y con el cuento.
 
En tal caso, veamos: "Las sombrillas" -uno de mis relatos favoritos de Levrero y además el primero que leí, allá por 1994- fue publicado originalmente en la revista La revista de ciencia ficción y fantasía, nº2, Buenos Aires, 1976. Si tomamos la variante "editorial" del asunto de la "intención comercial", está claro que los editores de la revista nos dicen que (ya que por ningún lado queda consignada una posible "excepción") el texto de Levrero es o bien fantasía o bien ciencia ficción. Nadie se juega por un género o el otro, pero queda claro que, si ambos son géneros y el cuento de Levrero pertenece a uno o al otro, entonces el cuento de Levrero pertenece a un género y por lo tanto se complica relacionarlo con el "realismo" del que luego habla Levrero. Salvo, claro, señalando que su criterio de intención comercial no funciona y que "las sombrillas" es realista en el sentido que para él hay que darle al término (todo esto último es bastante sensato, por cierto).

Ya que estamos: el cuento aparece también en Aguas Salobres, editado en 1983 por Minotauro, e integró el volumen Los Muertos/Aguas Salobres, publicado por HUM en 2011.

Después, si buscamos "una explicación más o menos científica de los hechos extraños que ocurren" tenemos algo interesante. Explicación propiamente dicha no hay, pero sí leemos que...
...yo sentía que algo no funcionaba bien, quiero decir, dentro de todo lo que funcionaba mal había algo que me tenía especialmente inquieto, y no podía darme cuenta de qué cosa era. Evaristo, en cambio, lo sabía. era el sol.
-¿Te das cuenta? -me dijo de pronto (...)- Son las nueve de la noche.
El sol se limitaba a cambiar de color, sin movese de sitio sobre mi cabeza. En ocasiones, tomaba esa coloración de las pustas, un naranja violento y comestible, y parecía hincharse o deformarse. Pero no se movía de allí (pp.37-38 en la edición de HUM, Los Muertos/Aguas Salobres, Montevideo, 2011).
Es decir: está claro que la Tierra se detuvo en su rotación y que por eso el mar se evapora. Esa es la historia, de hecho: una comunidad (una clásica pequeña comunidad levreriana, con sus tensiones sexuales, sus relaciones de poder, sus soledades) que vive frente al mar descubre que de repente no hay más mar, y esto trastoca por completo sus vidas, ya que...

Vivimos del mar.
Es algo más que la base de nuestra economía. El mar es todo para nosotros.
Cuando alguien de nosotros tiene que ir a la ciudad (...) no puede resistir allí mucho tiempo. En un par de horas se va poniendo pálido, demacrado; sus movimientos son torpes y algo convulsos.
(...) Cuando yo pienso en Dios, no miro hacia el cielo, sino hacia el mar. (pp.32-33)
Al margen, dos notas: la idea de la ciudad como algo remoto y ajeno, similar al "Gobierno" que aparece en "Aguas Salobres"; la idea del mar que desaparece como la pérdida del centro de la realidad, de Dios (es decir, en la línea de la lectura "simbólica" que buscaría Levrero en base a la entrevista citada).

Si "los hechos extraños que ocurren" parten de la desaparición del mar, esta tendría una razón explicable en términos científicos: la rotación de la Tierra, como quedó dicho, se detuvo. A esto se pueden contestar dos cosas:
  1. Levrero no dice la rotación de la Tierra se detuvo, ni en boca del narrador ni en boca de alguno de los personajes, pero sí se encarga de darlo a entender. No sólo queda sobreentendido por lo dicho por Evaristo sino que el narrador lo detalla bastante claramente a la hora de dejar claro que el sol no se mueve en el cielo, por más que cumpla ciclos de deformación y cambios de color. Esto implica que la Tierra se detuvo, salvo que en el mundo del cuento (y esto es, por supusto, sobreinterpretar) el sol gire alrededor de una Tierra plana o bla bla bla (sería interesante, pero, estrictamente hablando, nada en el cuento lo hace pensar). El lector es llevado a la producción -que corre por su cuenta, en rigor, ya que en el texto no está vuelta explícita- de esa "explicación científica".
  2. En realidad el "hecho extraño" que queda inexplicado es, precisamente, que la Tierra se detenga en su rotación.
De acuerdo a (1), la ciencia ficción, la atribución genérica es decir, es relegada al lector. De acuerdo a (2), el cuento no es ciencia ficción porque su hecho extraño no está explicado de manera alguna.

Esto puede hacernos pensar que de las dos cribas que propone Levrero, hay una vuelta más interesante para pensar la primera, y es que todo depende de como se lea el texto. La intención comercial o genérica, entonces, está en el lector. Es decir: Pedro Páramo se me puede vender como "literatura", pero yo puedo elegir leerlo como un cuento de fantasmas (es decir como un "género": terror, fantasía, etc). Levrero sólo puede, entonces, hablar de su lectura de sus propios textos. El elige leerlos no como ciencia ficción, fantasía o "género" sino como "realismo", entendiendo, eso sí, tal y cual cosa por realismo.

De alguna manera esa opción, es decir la ciencia ficción como algo que está en la cabeza del lector y que no importa (no pude importar) si está en otro lado, resulta mucho más interesante que la definición de género que construye Levrero en la entrevista, salvo que esté implícita en ella. Podrá decirse que Levrero no lo dice explícitamente -y de hecho su "juicio" divide las cosas de otra manera, sin apelar al lector"-, pero es indudable que su escritura (tanto la crítica como la ficcional, haciéndonos cargo de la división artificial entre ambas) la permite. Y, del mismo modo, queda claro que "Las sombrillas" puede leerse como un ejemplo de ello.

Al mismo tiempo, queda abierta la pregunta de qué es una "explicación científica"; ¿basta con decir que la Tierra se detuvo para explicar por qué en el cuento no hay mar? En ese sentido, extrapolando a textos notoriamente incorporados al género ciencia ficción: ¿basta con decir que se "saltó al hiperespacio" para "explicar" que una nave espacial se desplazó más rápido que la luz (algo imposible según la Relatividad)? En última instancia, si la "explicación" es algo problemático en sí, no podemos fundar en ella una manera de determinar la pertenencia -o no- de un texto a un género. En ese sentido, podemos terminar por pensar que "Las sombrillas" también nos sirve para concluir que la manera de entender el género que dijo profesar Levrero, en realidad, no funciona.







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